Sunday, June 27, 2010

Don Ernesto Sabato


El pasado 24 de junio Don Ernesto Sabato cumplió 99 años de edad. Excelso escritor, es el autor de “Sobre Héroes y Tumbas”, una de las novelas más vívidas e impactantes que he leído. La primera novela que se hizo con mis pensamientos en su totalidad y que no los soltó durante mucho tiempo. La que me abrió los ojos a la maravillosa aventura de leer literatura y comprender que no se trata de otra cosa sino de una extensión del mundo real. La misma donde vi plasmados mis miedos y angustias acerca del misterioso mundo de los ciegos.



Don Ernesto ha vivido durante muchísimos años la tragedia de la pérdida familiar, representada en Matilde, su esposa, y Jorge Federico, su hijo. Si lo vemos desde el punto de vista japonés representado en las novelas “Kitchen” de Banana Yoshimoto, y “Un grito de amor desde el centro del mundo” de Kyoichi Katayama, Sabato se nos transfigura en un auténtico héroe del sufrimiento, la melancolía, el aguante y la resignación ante la ocurrencia de los hechos que nos privan de la presencia de nuestros seres más queridos.


Ha sido Don Ernesto uno de los pocos valientes que ha asumido la responsabilidad de saltar de un mundo eminentemente científico a las profundidades de una literatura de primer orden, para beneplácito de muchos y envidia de otros que se volcaron directamente hacia el mundo literario, pero que aún hoy no han comprendido de que va todo esto, y en su largo trajinar no han podido capturar la esencia y la belleza de los pequeños detalles.


Una vez más cito sus palabras cuando se le preguntó acerca de los libros que el considera que hay que leer: “Lean lo que les apasione, será lo único que los ayudará a soportar la existencia”. Sabias palabras para un héroe personal. ¡Feliz Cumpleaños Don Ernesto!

Thursday, June 24, 2010

El piano de Billy, y nuestra voz interior...


“Sing us a song, you’re the piano man. Sing us a song tonight. Well, we’re all in the mood for a melody. And you’ve got us feelin’ alright…” El fondo musical es de Billy Joel y su “Piano Man”. Cuantas verdades encerradas en esas letras hermosas y evocadoras de recuerdos. Y no conformes con eso, aderezadas por un piano exquisito y una voz muy especial. La escucho en una grabación “en vivo”, realizada en el Madison Square Garden de New York, y la gente canta embelesada, con todo el espíritu puesto en la letra, con una magia de tal magnitud, que Billy les cede gentilmente los coros. Si no fuera por estos momentos
Alterno mi música con lecturas de sabiduría oriental, como la que les dejo a continuación. La lectura es aquí lo de menos, lo importante es el mensaje que lleva consigo, y que espero que a todos les llegue…
Iban caminando por un hermoso sendero un Maestro Zen y su discípulo, observando el hermoso espectáculo de la naturaleza.
En su paseo iban escuchando las voces de las animales del campo: las vacas mugían, los pájaros trinaban insistentemente, las ovejas balaban, los caballos relinchaban, los grillos y las chicharras cantaban.
“¡Si tan sólo pudiera comprender un instante lo que alguno de ellos dice!”, dijo el discípulo suspirando, refiriéndose a los animales.
“Mucho más importante para ti sería si tan sólo pudieras comprender, aunque fuese por un instante, la verdadera esencia y significado de lo que tú mismo dices”, respondió el Maestro Zen.

Sunday, June 13, 2010

De libros y librerías...


Un fondo musical de Simply Red (Holding back the years) que me transporta a aquel día en que me encontraba inmerso en la librería “Borders” durante muchas, muchísimas horas, tantas que cuando salí ya era de noche.



Me quedé sorprendido de que sólo al salir fue que sentí hambre, ganas de ir al baño, solo allí pensé en las cosas que tenía pendientes para ese día, las mismas para las cuales ya no tenía tiempo. Estaba en trance.



Las librerías ejercen esa influencia sobre mí. No importa si son pequeñas o grandes. Es la magia que ejercen sobre mi mente, que hace que transcurran horas, muchas horas, en un trance que por lo general termina en un timbre telefónico, en un tropezón con algún otro fantasma de pasillo, que como yo, extasiado camina sin ver a quién tiene frente a sí.



Y siempre encuentro cosas interesantes para mirar. Buenos recuerdos de lecturas pasadas. Nuevos temas sobre los que me gustaría indagar. Títulos que no pensaba encontrar en esta época de escasez y de limitaciones de importación en Venezuela. Títulos que me recuerdan a mí mismo, y a otras personas, fielmente retratadas en ellos.



Cambia el fondo a Al Stewart y su “Year of the Cat”. Claro que también las hay espantosas, mal llevadas, peor manejadas, porque llevar una librería no es igual a llevar un restaurant ni mucho menos una tienda de zapatos. No es mercancía que se expone para vender y obtener un beneficio, aunque eso esté implícito en el negocio. Yo he salido con libros bajo el brazo por los cuales no he pagado un céntimo. Que el librero me los ha obsequiado, y que yo he leído con muchísimo placer. He mantenido unas tertulias interesantísimas sobre autores y libros que ya me gustaría haberlas grabado para escucharlas en el tiempo. Aprendo mucho de ellos, y ellos de mí. Es nutrición en ambos sentidos. Es algo hermoso y al alcance de todos. Algo que te llena el espíritu de lumbre.



Suena Dido y “Hunter”…en estos tiempos de mucha superficialidad es bueno dedicar un tiempo a leer, lo que les guste, lo que les atraiga, pero leer, abstraerse y vivir lo que se nos muestra en el papel. Oler el libro, si, ese olor a tinta y a fibra vegetal, disfrutar de las palabras y su infinito poder. Si por casualidad se les contagia este placer, yo les aseguro que van a ver la vida de un modo distinto, mucho más bonito, porque parte de la vida, una parte muy importante, implica vivir otros mundos, con personajes tan reales como ficticios, implica soñar, y como varias veces he escrito para terminar mis posts, los sueños se cumplen…



Suena ahora Tracy Chapman y su “Fast Car”, hermosísima canción, y mientras Tracy canta, yo quiero citar a Orhan Pamuk en su libro “La maleta de mi padre” (Random House/Mondadori, 2007):



“Todos los días necesito ocuparme de la literatura para ser feliz. Como esos enfermos que tienen que tomar cada día una cucharada de su medicamento para seguir vivos”. ¡Ha dicho!

Friday, June 04, 2010

La gran lección...

(Fotografía de Associated Press/Paul Sancya)

Vaya tema para mi post número 300. Es inútil pensar en lo que hubiese podido pasar. En los libros de records nunca quedará registrado. Pero es algo que muchos no podremos olvidar jamás. El juego perfecto de Armando Galarraga, el día 2 de junio de 2010, tristemente arruinado por una decisión errada del árbitro de primera base, Jim Joyce.

¿Qué es un juego perfecto? Es un partido donde un equipo no permite a ningún bateador del equipo contrario alcanzar alguna base por ninguna circunstancia. No hay bases por bolas, no hay hits, no hay carreras.

Especulaciones hay miles. ¿Opiniones? Muchas más. Lo verdaderamente cierto es que muy pocos podrán olvidar que un pitcher nacido en Venezuela, con apenas tres temporadas completas en el béisbol mayor de Estados Unidos lanzó una joya que, en la larga historia de más de 130 años de béisbol, solamente había sucedido 20 veces.

El primer juego perfecto lo lanzó John Lee Richmond en 1880, cuando aún no se usaban guantes en el béisbol.

Lo mejor de la hazaña de Galarraga: lo hizo con apenas 88 lanzamientos, apenas superado en la historia por Addie Joss (Año 1908-78 lanzamientos). Dave Cone, de los New York Yankees lo hizo en 1999, con 88 lanzamientos.

¿La mejor lección? La que yo nunca olvidaré. La humildad y grandeza espiritual de Galarraga, quien, cuando ya se aprestaba a celebrar su hazaña contempló con estupor la señal de “safe” del árbitro ante (lo que parecía) la jugada final del partido. Armando se llevó las manos a la cabeza, y apenas atinó a sonreír. El estupor reinó en el resto de los jugadores (incluido el jugador del equipo contrario que corría hacia primera base) y en las tribunas del “Comerica Park” en Detroit, sede de su equipo “Tigres de Detroit”.

Al final del partido, el árbitro pidió hablar con Galarraga, luego de haber visto los videos de la jugada, y personalmente admitió su garrafal error. Galarraga le contestó: “Todos cometemos errores. Nadie es perfecto”.

Joyce admitió públicamente su monumental error, y eso lo enaltece como ser humano, así como enaltece a Galarraga haberlo perdonado.

Al día siguiente del partido, Galarraga y Joyce volvieron a encontrarse, antes de iniciarse el partido. Joyce se enjugaba las lágrimas cuando Galarraga se acercó a entregarle la alineación de su equipo, y se dieron un apretón de manos. La disputa quedaba zanjada. Y el mundo recibió una lección.