Saturday, June 30, 2007

Daniel el Travieso, Doug y Arnold, cosas en común

"Antes de casarte con mamá,
¿quién te decía cómo manejar?"

Mi hijo Andrés tiene una afición por las comiquitas (dibujos animados) que no ha cambiado ni siquiera por tener doce años. Es tal y les presta tanta atención que muchas veces me he puesto a examinar el porqué de tanto apego. Y me llama la atención el gusto hacia las tiras de niños que piensan como niños, que también me atraían a mi cuando tenía su misma edad.

Una de sus primeras favoritas, cuando era más pequeño, era Rugrats. Nunca he podido soportar el tono estridente de las voces de los protagonistas de la tira en cuestión. A veces llegaba al extremo de desesperarme y pedirle que cambiara de canal, en contra de su voluntad.

El (Andrés) lo hace sin desesperarse, e intenta convencerme de que las comiquitas no son veneno, que tienen buenos mensajes para los jóvenes, y créanme que en oportunidades lo ha logrado. Como cuando me invitó a que lo acompañara a ver Doug.

Doug es un muchacho que estudia en una escuela primaria, y vive las aventuras propias de un niño en edad escolar, tiene un “mejor amigo” y una mujer con la cual sueña por las noches, llamada Patti Mayonnaise. Demás está decir que terminé quedándome pegado a Doug por mucho tiempo.
Luego me conquistó con Arnold, el niño con cabeza de balón de fútbol americano (Oye Arnold), otro pre-adolescente que vive aventuras propias de la edad y donde también se realzan los valores como la amistad, el amor, el compañerismo y la tolerancia. Me gustó muchísimo también.

Cuando era pequeño, al principio me gustaban mucho las comiquitas de superhéroes, como Batman, Superman, Spiderman, Johnny Quest, El Fantasma y Mandrake El Mago. Luego de superar este furor por los superhéroes de moda, empecé a interesarme por lo que yo llamo comiquitas inteligentes.
Y no me refiero a tiras como Mafalda, de Quino, con quien nunca he estado de acuerdo porque la considero una niña que piensa como adulto, y en mi parecer los niños deben pensar como niños y vivir esa etapa de la vida plenamente.

Por eso mi favorito pasó a ser “Daniel El Travieso” (Dennis The Menace), un niño que me divertía muchísimo, y a quien seguía de domingo a domingo en el periódico que papá compraba. De Daniel me encantaba su manera de pensar como niño, de resolver sus problemas como niño, y de reclamarle a sus padres cualquier diferencia como bien lo haría un niño de 5 años, que es la edad que se le atribuye. Hank Ketcham, su dibujante, demostraba para mi un gran talento al poder expresar a través del personaje, la forma de pensar y el accionar propio de un niño de su edad. Me entretenía muchísimo con las peleas y molestias que causaba al siempre malhumorado abuelo George (el señor Wilson), su vecino, y el cariño que, muy pero muy en el fondo, este último sentía por Daniel, el amor y calidez que le daba la abuela Martha, esposa de George, quien siempre lo obsequiaba con su delicioso y favorito pastel de manzana, y la rivalidad que mantenía con la sabelotodo de Margarita.

Por mucho, Daniel El Travieso sigue siendo mi favorita de todos los tiempos, por su ingenuidad, su dulzura, su disposición a ayudar en cosas que no eran propias de su edad, lo que conducía muchas veces al desastre. Si quieren recordar las imágenes, pueden verlas aquí.
Por mucho que maduremos, siempre seguimos siendo niños, eso es algo que nunca desaparece de nuestro corazón.

Thursday, June 28, 2007

Todo...


El fenómeno de los blogs es algo que nunca deja de impresionarme. Mi hija dice que soy blogadicto, pero es que no puedo dejar de visitarlos a diario, de leerlos, de reirme o llorar con los que están detrás de ellos.

Se hacen amistades muy especiales a través de este medio, cálidas, como dice Franco de Vita, “capaces de cualquier cosa con tal de no fallar”.

Por esta casa virtual llegan con muy buena vibra. Y resulta que son mis vecinos de trabajo, de centro comercial, de ciudad, de país, de continente, de mundo.

Reconocerse mientras se camina en la calle, y a continuación recibir el más cálido de los abrazos no tiene precio, más si el abrazo viene con ese cariño, con ese amor, con esa sinceridad implícita.

Descubrir que hemos compartido el mismo mundo laboral, que hasta nos hemos visto en reuniones de trabajo, sin saber que tú eres tú, ni que yo soy yo, increíble.

Reconocer en los comentarios a las compañeras de clase de mi hija, leer sus bonitos comentarios, no hay mayor emoción posible.

El mundo es pequeño, es un pañuelo, y estamos todos aquí, juntos, respirando el mismo aire, escuchando caer las mismas gotas.

Me hace feliz saber que, más allá o más acá, ustedes están allí.

Gracias enormes por sus buenos deseos, por su gigantesca buena vibra, por su calidez, su cariño, y, sobre todas las cosas, por estar siempre allí…
...se les quiere mucho por estos lares de Dios!

Sunday, June 24, 2007

Nada que decir...


“Cuando no tengas nada que decir, guarda el noble silencio.
Si no puedes mejorar lo dicho por otros, guarda el noble silencio”. Siddharta Gautama

Hace dos semanas mi computador (ordenador) personal estuvo sometido a los estragos de un virus que logró burlar la protección que le había dado y me di cuenta cuando comenzó a hacer cosas extrañas como no publicar los comentarios en los blogs y la aparición de archivos corruptos. El PC tuvo que ir al hospital hasta que le dieron de alta. Diagnóstico de virus troyanos que lograron burlar el antivirus y alojarse en el CPU. Sale él del hospital y entro yo, con diagnóstico viral, fiebre alta por dos días y después, todos los exámenes médicos resultaron negativos. Gracias a Dios ya estoy bien. La fiebre, cuando eres adulto, te deja con una sensación desagradable, un sabor metálico en la boca, un dolor en todas las articulaciones y en los huesos. Consumir mucho líquido para drenar impurezas.

Aún así he venido por aquí a saber de ustedes, que siempre tienen algo que decir, siempre dejan un comentario agradable, con buena vibra, lo cual se agradece.

Les cuento que no estoy leyendo mucho en estos días. Ha habido mucho agite en el trabajo, lo que me ha tenido bastante ocupado. La situación política no ha ayudado mucho y el ambiente ha estado sacudido por las manifestaciones estudiantiles en Caracas y otras ciudades del interior. Ahora va a comenzar la Copa América de fútbol y, conociendo a mi gente, va a ser el centro de la atención en diarios y tertulias en las próximas semanas.

Los últimos libros que leí han sido “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera y “El abanico de seda” de Lisa Lee. Aún estoy pendiente por releer al Gabo en su edición aniversaria, y por leer a “Estambul. Ciudad y Recuerdos”, escrita por el ganador del premio Nobel, Orhan Pamuk. Yo pienso que esta novela me va a agradar mucho. Tengo un amigo que pudo conocer Estambul, la ciudad, y me dice que es un sueño ir allí, toda una experiencia, tanto la ciudad como su gente. Para decir eso una persona que ha viajado tanto, que conoce muy bien Europa, debe haber algo espectacular allí, pienso yo. Por lo pronto, es muy probable que comience hoy mismo a leer la obra de Orhan Pamuk. Ya les contaré sobre ella.
Tengo también un descubrimiento, una cantante de jazz que viene de Noruega, se llama Torun Eriksen, y tiene dos CDs publicados. Necesitaba escuchar una voz así, pero es materia de otro post el contarles sobre ella...

Un abrazo a todos y nos seguimos leyendo.

Saturday, June 16, 2007

Las terapias anti-stress


Me ha causado mucha gracia leer un post de mi querido Señor Loco, donde menciona el cómo se vería el mismísimo Paulo Coelho sometido a los avatares de la vida cotidiana de una gran ciudad, los grandes congestionamientos de tránsito, la falta de puestos de estacionamiento, el abuso de más de un gracioso que nos encontramos por allí, en fín, son tantas cosas que nos aumentan el nivel de stress.


Mi terapia es similar a la del Señor Loco, paso diariamente entre una hora y media y dos horas en el tráfico. Si vamos al exterior del vehículo, el caos se manifiesta a través de motociclistas que pasan por todos lados, sin respetar rayado, flecha, sentido u otra señal de ordenación de tránsito. Muchos automovilistas que tampoco respetan las normas, causando, entre otras cosas, más congestionamiento. Eso sin contar los vehículos en mal estado que producen grandes emisiones de monóxido, falta de luces para indicar hacia donde se moverán los vehículos, todo esto para el "disfrute" de sus colegas en el tránsito.


Mientras el caos se apropia de todo en el exterior, en el interior yo me descargo insultando en silencio a los más abusadores. Es una excelente terapia, me lanzan el vehículo y yo les digo, moviendo los labios pero sin hablar, las mas variadas groserías de mi repertorio especial para estos casos. Una vez pasado el inconveniente, me vuelvo a refugiar en mi música electrónica o jazzística. Grandes dosis de “Café Buddha”, “FTV New Season”, “Buddha Bar”, “Future Sound Of”, “So Soneva”, “Asian Lounge”, “World Groove”, “Serve Chilled, A Return To The Brighter Side Of Chill", Gerry Mulligan meets Johnny Hodges, Torun Eriksen. Cualquiera que los haya escuchado me va a dar la razón en que son una buena medicina para sobrellevar las tensiones de la vida diaria, para bajar la frecuencia con la que nos envuelve la vida moderna.


Recuerdo mi estancia en Japón, donde estos niveles son mucho más altos, la gente, a propósito del trabajo, vive en una gran tensión, tanto para dirigirse a la oficina, como en ella misma, dada la intensidad que le ponen a las horas de trabajo.


Una de las terapias mas utilizadas por los japoneses es la del baño diario con agua caliente (40 grados centígrados) en una tina de madera, mejor conocido como “O-furo”. Por lo general los trabajadores llegan a su casa y se duchan inicialmente, para después pasar al “O-furo”, cuya función es relajar, no limpiar. El agua caliente usada en el ofuro ayuda a eliminar toxinas, relajar los músculos, estimular la circulación y purificar el cuerpo y el alma. A diferencia de Occidente, donde la velocidad y eficiencia en la ducha es muy apreciada, el japonés dispone de el tiempo necesario para relajarse en la tina, compartiendo incluso el agua caliente con los otros miembros de la familia, en un ritual riguroso que data de muchísimos años atrás.


Recomiendo ampliamente el libro “The Japanese Bath” de Bruce Smith y Yoshiko Yamamoto, donde se describe abundantemente y se documenta con más de 60 fotografías, este ritual estético, placentero, purificador y relajante.

Sunday, June 10, 2007

El bote


¡Hola a todos! Les pido disculpas por no haber podido contestar los comentarios que a bien tienen hacerme, pues resulta que estoy teniendo problemas para publicar los comentarios y aún no he podido determinar la causa. El caso es que escribo, como acostumbro, el comentario inspirado y cuando coloco mi ID y mi contraseña se cae la conexión y no se publica. Me ha pasado en mi computador (desktop) y también en la laptop. He dejado de comentar en algunos blogs de manera involuntaria por esta misma razón.

Les ruego me disculpen por lo anterior.


Cambiando de tema, voy a dejarles un cuento zen que versa sobre un encuentro con la realidad y con la ilusión con que a veces nos tapan (o nos tapamos) los ojos y creemos estar viendo, lo cual nos trae consecuencias de diversa índole. Las interpretaciones corren por cuenta de cada quien. Se llama "El Bote" y es original del Maestro Zen Thich Nhat Hanh:


"Un hombre estaba remando en su bote, corriente arriba, durante una mañana muy brumosa. De repente vio que otro bote venía corriente abajo, sin intentar evitarle. Avanzaba de forma tan directa hacia él que comenzó a gritar: '¡Cuidado!, ¡Cuidado!', pero aún así, el bote le dió de lleno, y casi lo hizo naufragar.


El hombre estaba muy enfadado y empezó a gritar a la otra persona, para que se enterara de lo que pensaba de ella. En ese momento pudo observar el bote más de cerca. Fue precisamente allí donde se dio cuenta que estaba vacío"

Thursday, June 07, 2007

¿De verdad estamos seguros aqui?


¿Qué tanta seguridad tenemos?

Muchas veces desistimos de ejercer acciones destinadas a cambiar algo por aquello de la “seguridad” que se tiene en las condiciones actuales.


Por ejemplo, nos dan ganas de mudarnos de casa y pensamos “es mejor quedarnos porque al menos aquí conocemos a los vecinos y como dice el refrán, más vale malo conocido que bueno por conocer”. O quizás, no voy a cambiar de trabajo porque aquí tengo veinte años, conozco a todo el mundo, se hasta dónde puedo llegar, todo el mundo me conoce, en cambio si decido irme a otra empresa (país, casa, urbanización, escuela, etc) tendré que empezar de nuevo, seré un perfecto desconocido, quién sabe con quien voy a encontrarme y lo que van a pensar de mi, y así, una retahila de pensamientos por el estilo.

Hay un proverbio zen que dice: “los pensamientos son como nubes en el cielo. Sopla suavemente sobre ellas y verás con claridad la inmensidad del universo”. Nada más cierto cuando se traen a la mente los pensamientos sobre la “seguridad”.

La moraleja es no oponerse al cambio, en cualquier circunstancia, deja que llegue hasta ti y ábrete, asúmelo, vívelo, jamás te cierres, porque nunca sabrás lo que está por ocurrir. Esa seguridad que a veces sientes pudiera no serlo. Zenkei Shibayama, maestro zen, en su ensayo titulado “Una flor no habla” nos dice sabiamente que “frente a la experiencia real, los conceptos (entre ellos la ya nombrada seguridad) son como copos de nieve cayendo sobre una llama”.

Finalmente les quiero dejar un cuento que resume en sabias palabras lo antes dicho. Se titula “la seguridad del molusco”:

“Un molusco estaba muy orgulloso de su caparazón. Le decía a un pez:
-Si señor; el mío es un castillo muy fuerte. Cuando lo cierro, nadie puede hacer más que apuntarme con el dedo.
Así, mientras estaban hablando, se sintió un chapoteo. El pez huyó prestamente, mientras que el otro se encerró en su envoltorio.
Pasó un buen rato y el molusco empezó a preguntarse qué había sucedido.
Como todo parecía muy tranquilo, abrió sus valvas para indagar y notó que ya no se hallaba en su medio habitual.
Efectivamente, estaba junto a cientos de otros animales semejantes a él, en un puesto de mercado, debajo de un cartel que decía: `1000 el kilo´ “. A.B. Mitford, Cuentos del Antiguo Japón

Saturday, June 02, 2007

El poema de Jesi


¡Hola a todos!

Disculpen la larga ausencia. Los acontecimientos del país han venido precipitándose, correspondiéndole a los estudiantes un inesperado protagonismo, después de algunos años de letargo.

Los jóvenes de todo el mundo tienen muchas cosas que enseñarnos a los mayores.

Gracias por orar, por continuar esta cadena de oración que hemos traído, creada por Santa Teresa de Avila.

No quiero postear sin antes dejarles uno de los regalos más preciados de cumpleaños, este poema, escrito por mi amiga Jesi, el cual me permito compartir con ustedes:

“En el gran cielo no son muchas las estrellas que brillan de verdad,
todas tienen grandes rayos de luz que las hacen ser muy bellas,
pero eso no les da pureza.

En el amplio mar puedo ver infinidades de olas que al pasar,
me cuentan una u otra historia,
pero de todas esas olas,
son muy pocas las que dejan huellas.

En el ancho espacio del campo crecen imponentes árboles,
la mayoría se mecen, ostentando sus innumerables hojas,
pero sólo algunos pueden dar frutos.

En el largo camino de la vida,
he podido conocer personas llenas de pureza,
que dejan en mi una hermosa huella,
al ofrecer cada día más frutos de los que hacen alarde…
personas como tú…”

¿No es eso una belleza de poesía?